jueves, 21 de enero de 2010

En tiendas, junto a las grietas y repartiendo ayuda

Por José Manuel Moreno

PUERTO PRÍNCIPE, 21 de enero.- Cómo ha cambiado este lugar desde que llegamos el pasado sábado. Entonces era un edificio vacío con algunas grietas y con unas cuantas personas. Hoy me levanto y veo que tenemos montadas como 40 tiendas  y que todo el edificio está lleno de cajas con comida, agua, medicamentos, material médico y todas las cosas que nos han llegado desde la República Dominicana. A pesar que yo estuve participando los primeros días del acopio en el Centro Bonó y en los almacenes que nos cedieron, no podía imaginar que una semana después -lejos de dejar de llegar cosas- han aumentado las donaciones y hemos conseguido aportaciones importantes como las de vehículos y material clínico. 



Ahora el campamento es una diversidad de personas que incluye voluntarios, médicos, trabajadores, familiares, policías, novicios, padres, monjas y hasta algún que otro vecino. Esa fila de la comida que han tenido que hacer hoy algunos financiadores internacionales detrás de toda esta gente para después comer en el suelo, representa la complejidad de este trabajo y la necesidad de sumar el esfuerzo de muchas partes.

Hoy hemos tenido de nuevo algunos sustos porque parece que las réplicas no terminan y en un momento del mediodía hemos salido corriendo hacia el patio porque el suelo se movía. Justo en ese momento hablaba con la compañera de Progressio Jo Barret, cuando sentimos como un mareo y escuché a la gente pidiendo que saliéramos del edificio. Ya empieza uno a tener una especie de pánico que se acentúa cuando vemos que las grietas se han hecho más grandes y que hasta la vibración de los aviones te da la sensación que hace mermar la estructura de este edificio.
 
La gente ya sabe que estamos repartiendo aquí y cada vez se acercan más y más personas a pedir. Es muy difícil pero tenemos que seguir manteniendo el criterio de dar a organizaciones, comunidades, asociaciones y/o grupos como escolares para que no venga la gente individualmente. También no repartimos medicamentos sino que quien tiene necesidad se intenta que el doctor pueda ir hasta su comunidad a visitarlo, para de esta forma evitar que se pueda hacer un mal uso de los medicamentos. En cualquier caso, la gente sigue teniendo hambre y sed y eso está más que presente en el trabajo de todos los días.

Con esta situación es difícil pensar a medio y largo plazo, pero ya llevamos hablando varios días sobre la necesidad de generar una ruta de trabajo que vaya más allá de esta situación de emergencia. Intentar imaginar los proyectos que puedan dar continuidad a este enorme esfuerzo de movilización que estamos haciendo. Para ello seguimos contactando con organizaciones locales que trabajan con mujeres, con los movimientos ciudadanos y con otras redes sociales, de tal forma que articulemos propuestas que puedan canalizar la ayuda que nos está llegando y que siembren espacios de esperanza en las gentes de este país.