miércoles, 20 de enero de 2010

Despertar cuando la tierra se mueve

Por José Manuel Moreno

PUERTO PRÍNCIPE, 20 de enero.- La sensación de despertarse porque la tierra se está moviendo debajo de ti es angustiante. Eso ha ocurrido hoy a las seis de la mañana, cuando he sentido que despertaba de un sueño donde todo se estaba moviendo. Pero no, no era un sueño, a los que ya estaban despiertos los he escuchado gritar y otros me han dicho que ha temblado, que ha habido una nueva réplica. Menos mal que nadie en ese momento estaba dentro del edificio y que el movimiento ha durado apenas diez segundos, porque la sensación ha sido muy angustiante. Me imagino si yo me he sentido así, cómo habrán sufrido los cientos de miles de personas que vivieron el terremoto y que, cuando ya habían recobrado un poco de confianza para entrar en sus casas, han vuelto a sentir que la tierra se movía.


Después han llegado las noticias de que la réplica ha sido la más intensa desde el terremoto y los cientos de mensajes de la gente en República Dominicana preguntando cómo estábamos y si teníamos más información de las consecuencias de este nuevo temblor. Según me cuentan unos amigos periodistas haitianos en Jacmel la gente entró en pánico y muchas casas que estaban afectadas acabaron por derrumbarse, aunque por el momento parece que no se han registrado victimas debido a la réplica.

Hoy tocaba recorrer la ciudad e intentar recabar información para saber si la gente está recibiendo ayuda y en qué medida nosotros podemos ayudarle con lo que tenemos. La primera impresión es que la gente ha salido a la calle a vender lo que tiene, a intentar generar algún recurso para poder seguir adelante. En este sentido, las calles están llenas de puntos de venta ambulantes y de gente vendiendo fruta, comida o bebida. Especialmente hay mucha gente vendiendo agua. También hemos visto algunas tiendas abiertas y diferentes tipos de negocio que por primera vez abrían las puertas desde el terremoto. Claro, esto lo pueden hacer aquellos que no perdieron sus casas y que aún tienen productos para poder hacer algún tipo de negocio.

Entre la gente de la capital han ocurrido dos cosas: por un lado mucha gente se esta agrupando en campamentos improvisados que se han establecido en plazas, parques, campos de fútbol y otros espacios abiertos y que en la medida de lo posible se están organizando para encontrar ayuda. Y por otro, mucha gente lo que ha hecho es volver a sus ciudades de provincia, intentar encontrar fuera de una capital destruida un lugar donde retornar. Para esto el gobierno ha colocado unos autobuses gratuitos para que quien quiera pueda buscar reagruparse con familiares en el interior, en otras provincias o en las zonas más rurales del país.

Pese a las noticias de la cooperación internacional, los aviones fletados con ayuda humanitaria y el desembarco de miles de militares, aún en las calles se habla de necesidad y se encuentran muchas sábanas utilizadas como improvisados carteles pidiendo ayuda. Cuando nos hemos acercado a algunos de estos campamentos nos dicen que lo que han recibido es mínimo y que la necesidad es aún muy grande. También, ahora que tenemos nuestro equipo de médicos/as estamos preguntando si necesitan algún tipo de atención para poder intentar suministrársela.

Cuando regreso a nuestro campamento en el noviciado de los jesuitas en Haití lo encuentro repleto de camiones que vienen a dejar más donaciones en forma de comida agua, y productos de higiene, y también nos han traído muchos más medicamentos y diferente material clínico. Hemos tenido que cerrar el campus para poder clasificar todo lo que está llegando y decir a la gente que pase mañana para que le entreguemos sus productos. Pese al cansancio y a que cada vez nos llega mas volumen de trabajo creo que a medida que avanzan los días hemos conseguido coordinarnos mejor y hacer el trabajo más efectivo. Esperemos que esta noche los aviones nos permitan dormir porque mañana será un día de mucho trabajo.