Por Leonardo Díaz, profesor y Coordinador Académico del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó
SANTO DOMINGO.- El terremoto que socavó la vecina República de Haití el pasado 12 de enero ha movilizado ayuda humanitaria a una escala planetaria. Semejante muestra de solidaridad resulta, en una primera aproximación, ajena a todo tipo de problematización. En principio, toda ayuda humanitaria es aparentemente buena, deseable y necesaria, especialmente en contextos donde se muestra en todas sus dimensiones la fragilidad humana. No obstante, más allá de la impostergable ayuda humanitaria, es importante reflexionar sobre los problemas generados por la misma.
En su obra Ética de la ayuda humanitaria, Xavier Etxeberria ha señalado que el humanitarismo puede expresarse como un sentimentalismo paternalista, o como una ayuda instrumentalizada al servicio de intereses políticos.