lunes, 1 de febrero de 2010

En desastre, se calman las tensiones entre los rivales de una isla

Por Simon Romero y Marc Lacey / Fotografía: Ruth Fremson, The New York Times / Traducción: Emilio Travieso, sj

PUERTO PRÍNCIPE.- Como casi cualquier persona de la Española, isla compartida incómodamente por Haití y República Dominicana, Paloma Rivera sabe que las dos naciones desconfían una de la otra, se quejan la una de la otra y recuerdan heridas de ambos lados que ocurrieron hace más de un siglo. Y sin embargo aquí estaba ella, una dominicana, recogiendo basura y cavando letrinas en un barrio marginado de la capital haitiana, Puerto Príncipe, para ayudar a los sobrevivientes del terremoto a encontrar dónde poner sus tiendas de campaña.

“Tal vez este terremoto, a pesar de sus tragedias, puede hacer algo de bien al acercarnos un poco”, dijo la Srta. Rivera, de 24 años, quien es trabajadora social y se unió a miles de otros dominicanos que cargaron sus vehículos con comida y medicina de emergencia y vinieron a Haití.

Desde que el terremoto devastó esta ciudad el 12 de enero, se ha conglomerado una serie impresionante de soldados, médicos, trabajadores de rescate y misioneros del mundo entero, que se comunican en árabe, hebreo, chino mandarín y muchas otras lenguas.

En la mayoría de los casos, han dejado a un lado la política de sus países, lo cual ha permitido que trabajen de cerca, aunque no necesariamente en equipo, combinaciones extrañas: israelíes y libios, paquistaníes e indios, todos tratando de ayudar a que este país se recupere.

En otros casos, el terremoto parece estar resaltando los conflictos que existen entre los aliados de Haití. Venezuela y Cuba, buscando tener influencia, han criticado a los Estados Unidos, que tiene una larga historia de influencia aquí, por su uso extensivo de soldados en los esfuerzos de ayuda humanitaria.

“Es preocupante que los Estados Unidos esté usando esta tragedia para ocupar militarmente a Haití”, dijo la semana pasada el Presidente Hugo Chávez de Venezuela durante una visita a Bolivia para la inauguración del Presidente Evo Morales. El Sr. Morales, uno de los mayores beneficiados de ayuda venezolana, describió la decisión de la administración de Obama de enviar tropas a Haití como “una invasión”.

Mientras tanto, Taiwán ha estado usando sus lazos cercanos con Haití para defenderse de las súplicas del gobierno chino, que ha estado tratando de ganarse al presidente de Haití, René Préval, y de convencerle de que su país ya no debería reconocer Taiwán como nación independiente.
Pero entre todas las diversas relaciones políticas que están revueltas, se destaca la posible metamorfosis de la relación entre Haití y República Dominicana.
Antes del terremoto, la clase política de Haití veía a su vecino del este con extrema sospecha. El maltrato de inmigrantes haitianos en la República Dominicana y la herida aún abierta de una masacre de decenas de miles de trabajadores haitianos, ordenada en el 1937 por el dictador dominicano Rafael Trujillo, alimentan el resentimiento, junto con una dosis de envidia por la prosperidad relativa del vecino más cercano de Haití.

A su vez, algunos miembros de la clase política dominicana siempre han mirado Haití con resentimiento por la anexión haitiana de la antigua colonia española de Santo Domingo durante dos décadas en los años 1800. Y en décadas recientes, el gobierno dominicano se ha enfocado en evitar una entrada masiva de inmigrantes haitianos, mientras que depende de la mano de obra barata haitiana para los sectores de construcción y azúcar.

Sería imposible borrar todos estos resentimientos en sólo dos semanas. Pero puede que los miles de dominicanos que están ayudando a las víctimas aquí hayan comenzado a subsanar las divisiones entre las 18.6 millones de personas distribuidas casi equitativamente entre las dos naciones.

“Nuestras relaciones con Haití nunca serán las mismas”, dijo Pastor Vásquez, de 42 años de edad, quien es diplomático de alto rango en la Embajada Dominicana, afuera del edificio destruido de la embajada donde se están quedando docenas de voluntarios en casas de campaña.

El Sr. Vásquez dijo que la República Dominicana ha quitado restricciones de visa para haitianos que estén buscando cuidado médico de emergencia, ha autorizado casi 300 vuelos llevando ayuda y ha donado 11 millones de dólares. Uno de las familias empresarias más prósperas de la República Dominicana, el Grupo Vicini, que en el pasado ha sido acusado de explotar a los trabajadores haitianos en sus plantaciones de azúcar, también ha donado millones de dólares para ayudar a Haití.

Mientras que siguen en pie otras restricciones migratorias en el cruce fronterizo principal, hay otras formas en que los países se están acercando cautelosamente. Después del terremoto, los líderes de Haití se resistieron al principio a la idea de aceptar que tropas dominicanas trabajaran con las fuerzas de las Naciones Unidas aquí, pero luego cambiaron de parecer.

La decisión tampoco ha sido fácil para la República Dominicana. La propuesta del Presidente Leonel Fernández de mandar a más de 100 soldados a Haití provocó un debate sobre lo que pasaría si los soldados se encontraran con violencia, con algunos de los opositores del Sr. Fernández diciendo que la propuesta debería ser sometida a la aprobación del Congreso.

Los analistas políticos también señalan que la asistencia no es puramente altruista. Para empezar, la República Dominicana está preocupada con un éxodo transfronterizo de haitianos, así que tiene un interés propio en estabilizar Haití.

Otro interés es económico, según los analistas.
“La República Dominicana puede ser la mayor ganadora en el futuro inmediato de los esfuerzos de reconstrucción”, dijo Johanna Mendelson Forman, asociada de alto rango en el Center for Strategic and International Studies, en Washington. “Sus empresas están listas para ayudar con equipo de construcción, y tiene inversionistas que han mostrado un interés en ayudar a crear infraestructura”, dijo en un informe de investigación.

Pero el trabajo de los voluntarios dominicanos apunta hacia otras motivaciones más idealistas. Cada día, distribuyen comida en el barrio marginado conocido como Delmas 54 y trabajan en un censo de desamparados. Incluso, han bautizado un campamento de personas desplazadas que ayudaron a crear con el nombre de Quisqueya, palabra usada en ambos países para referirse a los orígenes indígenas de La Española.

Elisabeth Delatour Préval, la primera dama de Haití, dijo que cuando por fin pudo entrar a su computadora después del terremoto, uno de los primeros mensajes que recibió fue de su contraparte dominicana, Margarita Cedeño de Fernández.

“Me preguntó que cómo podía ayudar”, dijo la Sra. Preval, notando que sus respectivos esposos también habían estado en comunicación frecuente desde el terremoto.
Como dijo la activista comunitaria haitiana Lorraine Mangonès, “Parece que no nos odiaban tanto como pensábamos”.