jueves, 11 de febrero de 2010

El pueblo haitiano construirá el nuevo Haití

Texto y foto: José Emperador

SANTO DOMINGO.- El terremoto del 12 de enero en Haití golpeó a una sociedad que ya sufría una grave desestructuración, con un Estado ineficaz que fue también víctima del desastre y que durante los primeros días perdió casi totalmente la capacidad de reacción. Lo mismo les ocurrió a los órganos de Naciones Unidas y ONGs internacionales que ya estaban en el país y debían suplir en parte esta falta de Estado. Las ONGs haitianas también eran débiles antes del terremoto y, como los demás actores, han salido muy dañadas por la tragedia, con pérdidas personales y materiales graves.


Así, la población se ha visto hasta cierto punto abandonada a su suerte y ha tenido que organizarse para cubrir sus necesidades más inmediatas, como la vivienda, el agua, la energía y la seguridad. Las juntas de vecinos, las iglesias y las improvisadas direcciones de los improvisados campos de desplazados, entre otros, han jugado un papel crucial en la canalización de la ayuda humanitaria y la reconstrucción de las condiciones mínimas de vida.

De esta forma, quienes desde siempre estuvieron excluidos de la vida pública han ocupado ahora al centro del escenario y han dejado claro que la reconstrucción del país será contando con ellos, o no será. El protagonismo de los grupos de base en la tragedia los identifica, en adelante, como los agentes fundamentales de la reconstrucción del tejido social. Porque Haití es un país por reinventar, como ya lo era antes del 12 de enero. Lo dice Collette Lespinasse, del Group d’Appui aux Réfugiés et Répatriés (GARR): “el sistema iba a caer un dia o otro, pero no podíamos pensar que fuese así, con un terremoto que lo pone todo patas arriba”.

A partir de los grupos de base surgirán los nuevos liderazgos políticos y sociales, los nuevos barrios para quienes quedaron sin casa y un nuevo Estado más ligero, más eficaz y más cercano al pueblo. Si antes de la tragedia ya era necesario repartir más el poder en Haití, ahora es imprescindible. El Estado debe descentralizarse territorial y funcionalmente, hay que reconocer el papel clave del sector informal en la economía y ya no quedan excusas para que la educación y la salud no alcancen a todos y todas -porque las más invisibilizadas, sin duda, son las niñas y las mujeres-. La sociedad civil renovada hará un aporte decisivo en el proceso de análisis de necesidades, de definición de propuestas inmediatas y de elaboración y puesta en marcha de proyectos que vinculen la emergencia y el desarrollo.

Esta discusión ya se está dando en Haití. Se han formado varios foros de análisis y de intercambio de experiencias e ideas en los que los grupos de base ya están pensando el proceso de reconstrucción. Es un movimiento incipiente, pero en el que ya se han escuchado ideas muy interesantes y que deja claro que es posible y necesario que los propios haitianos reconstruyan su país. Sonia Adames, directora de la oficina de Santo Domingo del Servicio Jesuita a Refugiados/as y Migrantes (SJRM), asegura que “estas iniciativas necesitan todo el apoyo que se les pueda brindar y los grupos están agradecidos de que se les acompañe, pero ellos saben que son los agentes de la reconstrucción, y a nosotros no nos queda ninguna duda de ello”.

Quienes lideran estos procesos son muy conscientes de que no se pueden repetir los errores del pasado, por lo que la palabra que más se escucha siempre es “inclusión”. Así lo entienden, por ejemplo, el jesuita Francois Kawas, en Puerto Príncipe, y el movimiento CROSE en Jacmel, que desde el día siguiente al terremoto trabajan duro animando la participacion de la gente en todos los espacios que proponen ideas y acciones para este proceso largo pero ilusionante de construir un nuevo Haití.